ABSTRACT
En 1911 se reportó el primer caso de leishmaniosis visceral en las Américas (LVA), y no es de extrañar que haya transcurrido el centenario del descubrimiento realizado por el Prof. Dr. Luis Enrique Migone Mieres (1876-1954) y publicado dos años más tarde en el Boletín de la Sociedad de Patologías Exóticas de Francia (1) y 15 años después en la revista Anales del Instituto Nacional de Parasitología de Paraguay (2), sin que se haya hecho hincapié en este relevante suceso, pues nos encontramos frente a una de las enfermedades tropicales consideradas como enfermedades infecciosas desatendidas (EID) del mundo entero. Se estima que hay unas 12 millones de personas infectadas y cada año se registran aproximadamente entre 1,5 y 2 millones de nuevas infecciones (3), representando un estigma para las regiones pobres del mundo, con una carga bastante pesada para las poblaciones afectadas.